10 Febrero, 2024
Una etapa concluida y un estudio sobre el léxico agrícola en la obra de Claudio Gay
Con no poco alivio y una moderada dosis de orgullo, puedo compartir hoy que finalmente está disponible mi trabajo en el contexto del magíster en Ciencia del Lenguaje y Lingüística Hispánica ofrecido por la Universidad Nacional de Educación a Distancia, con sede en Madrid. Más abajo reseñaré los aspectos centrales de la investigación; quienes tengan interés en saber más o encuentren utilidad en los temas abordados pueden descargar el trabajo desde el repositorio de la UNED.
Los contenidos de la investigación
Versó sobre un inventario de 130 voces agrícolas (o “geopónicas”, como dice mi profe) extraídas de los dos volúmenes de la Agricultura, de Claudio Gay, sobre las que se podía presumir, en principio, que constituían chilenismos. De este repertorio se ofrece información en los ejes sincrónico y diacrónico, con el objetivo de aportar a la caracterización léxica de la variedad chilena del español.
La selección de los vocablos respondió a un criterio amplio, en el sentido de que no solo hacen referencia a aspectos del trabajo agrícola, como los cultivos o las herramientas, sino que también se consideraron voces relativas a los modos de vida en el campo, como aquellas que designan preparaciones culinarias, particularmente numerosas.
Por lo demás, también se problematizó la noción de chilenismo, a partir de la vasta discusión sobre la categoría “madre”, la de americanismo, que ha consumido una considerable cantidad de tinta, papel y bits.
La “tesis indigenista” de Rodolfo Lenz
Más allá de la investigación sobre el léxico, quizás el aspecto más interesante de la investigación emergió de la necesaria aproximación a los aportes de Rodolfo Lenz a la lingüística chilena, disciplina de la que puede considerarse el fundador. Me refiero, en concreto, a la que fue denominada su “tesis indigenista”. Lenz atribuyó numerosos rasgos de la variedad chilena del español a la influencia de la lengua de sustrato, el mapudungun. Aunque algunas de las bases sobre las que apoyaba su famosa afirmación de que el español chileno es castellano “con sonidos araucanos” fueron debidamente cuestionadas, otras muchas fueron simplemente desestimadas desde la “interpretación internista” de Alonso y se negó, en consecuencia, todo tipo de influencia de la lengua mapuche en la configuración de los rasgos fonéticos del español chileno.
Claramente, conspiraban argumentos de índole extralingüística, tanto de este como del otro lado del Atlántico, para desestimar toda influencia en los españoles americanos de las lenguas indígenas, cuya incidencia siempre se recluyó en un puñado de elementos léxicos (papa, maíz, etc.). Transcurrido más de un siglo desde estas discusiones, parece haber llegado la hora de abordar el tema nuevamente, esta vez con las herramientas modernas de la investigación lingüística.
La ciencia del lenguaje tiene una deuda pendiente con las hipótesis de Lenz, ya sea en el sentido de comprobarlas o de desecharlas, pero ha de, por primera vez, considerarlas seriamente. De lo contrario, seguiremos sin poder explicar, o derechamente negando, por ejemplo y entre otras cosas, la existencia de un alófono [v] en distribución libre en el español chileno, un tema que apenas ha comenzado a ser indagado.
Los diccionarios diferenciales chilenos
Mención aparte merecen los diccionarios diferenciales chilenos. No voy ponerme erudita aquí; por el contrario, simplemente quiero señalar que algunos de ellos bien ameritan el viaje a través de sus páginas. Pienso, sobre todo, en el Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas (1901-1918), de Manuel Antonio Román, donde este sacerdote combina una cierta erudición sobre el corpus lexicográfico académico, la pedantería intelectual (que Lenz no conoce los rasgos fonéticos del español chileno, dice), la condena de los “barbarismos”, la protesta contra los “vacíos legales” de la RAE (que si se dice la acompañante o la acompañanta, que cuándo se pone de acuerdo la Academia, dice), y el pleno y llano absurdo de la mejor calidad (que “gnocchi” es palabra proveniente del mapudungun, dice, una joyita detectada por Soledad Chávez Fajardo). No pondero aquí la riqueza lexicográfica de los cinco volúmenes que lo componen, aunque por supuesto la tienen, sino que más bien elogio el diccionario de Román en cuanto obra literaria.